sábado, 27 de marzo de 2010

Un soplo de aire fresco


Hace dos viernes tuve el placer de repetir mi cena anual con los hermanos Mirafiore. Quedamos en el mismo restaurante del Borne de todos los años y como siempre llegué tarde. En la puerta ya me esperaban Enzo, Oddone y la mujer de éste, mi buena amiga Elisabetta. No me dejaron ni disculparme, en cuanto me vio Elisabetta lanzó un gritito y los cuatro nos fundimos en un cálido abrazo.
Ver a los Mirafiore es mágico, es como volver atrás en el tiempo, hasta aquel verano del 2000 en el que nos conocimos por aquellas casualidades del destino. Yo estaba pasando unos días en la Costa Azul con unos amigos y decidimos "acercarnos" a Milán. En un bar de la zona de Navigli nos encontramos con un conocido nuestro que nos presentó a Elisabetta y a su novio, un chico muy hablador llamado Oddone Mirafiore. La encantadora Elisabetta me invitó a pasar un par de días en la casa de su familia junto al Lago di Como y fue entonces cuando forjamos una amistad que ya dura una década.
Aún hoy me pregunto de dónde surgió aquella empatía mútua. Al fin y al cabo yo era una desconocida para ellos y me abrieron las puertas de su mundo con una generosidad sin límites. Elisabetta se ríe y me pellizca cariñosamente la mejilla: "ay la mia sorella spagnola...", dice zanjando el tema. Oddone también se ríe. Con el tiempo, el joven locuaz se ha convertido en un hombre con los pies en la tierra que gestiona los negocios de su familia con gran acierto, entre ellos la bodega de la Toscana que es el emblema familiar, y precisamente es la promoción de ese chianti tan afamado lo que les trae a Barcelona cada primavera. Además se casaron allí mismo, en las bodegas, y por lo que cuentan su boda fue la más sonada de la región. Me da pena no haber podido estar con ellos en ese día tan especial, al igual que ellos sienten no haber venido a nuestra boda un año después. Diversos viajes nos lo impidieron, pero es igual, estamos por encima de todo eso.
Enzo, el hermano mayor, es totalmente diferente a Oddone. No es un italiano al uso, es más serio y reservado, pero también más rebelde, no quiso hacerse cargo de la empresa familiar y prefirió dedicarse a la fotografía en Roma. En seguida me pregunta por Nicolás y luego por Iñaki. Y sé de buena tinta que estos últimos meses ha estado realmente preocupado por nosotros. A Enzo le conocí años más tarde, cuando el trabajo de Iñaki nos llevó a pasar diez días en Roma y yo tenía que hacer turismo sola. Oddone había insistido en que llamara a su hermano esos días y finalmente me decidí. Recuerdo que nuestro primer encuentro fue en la plaza Mattei, en el barrio judío, y es que Enzo quería mostrarme la Fontana delle Tartarughe, una joya alejada de las rutas turísticas.
Los Mirafiore son así, únicos. No están en el Facebook. Son amigos de carne y hueso. Y te hacen sentir bien con sus sonrisas y sus conversaciones sosegadas. La verdad es que lo necesitaba después de los últimos meses, y de los últimos días. Gracias por todo. A presto

2 comentarios:

Unknown dijo...

Sei un tesoro e tu sai che sarebbe un orgoglio per noi scelto sentire come a casa quando sei venuto qui. Un bacio

Anónimo dijo...

Y que hay de los Bishop de Newcastle?? Y NO ESTOY CELOSO