jueves, 18 de noviembre de 2010

La historia de otro Kimbo


En un piso en el centro de una pequeña localidad vallesana habitan la sonrisa y el buen humor, pero también la calma, el sacrificio y las ganas, y una gran persona.
En su cuarto tiene una ventana que mira a la montaña y que abre cada mañana. Luego sale a correr un puñado de kilómetros antes de que las calles se llenen de coches que se van y de caras de mal genio que andan siempre con el tiempo justo. Y compra el diario (buscando alguna reseña del deporte de sus amores), charla con el quiosquero, y desayuna un bol gigante de cereales con leche y cola cao.
Esta es la historia de otro Kimbo.
Kimbo trabaja en una entidad bancaria en plena Diagonal. Pero eso no le gusta. Su despacho acristalado en la planta noble y su corbata le dejan sin aire y parece un pececillo naranja que boquea en su pecera.
Como es realista y sabe que en el fondo es un privilegiado no lo va a dejar, pero ha decidido utilizar parte de su tiempo libre y su audacia en cosas más útiles.
Ni corto ni perezoso, con su pasión, sus contactos en la banca y en el deporte y las influencias de su familia, ha involucrado a personalidades políticas, empresarios de renombre y algún que otro despistado (o despistada...) en un proyecto ambicioso de protección a los niños abandonados o maltratados y que viven entre nosotros. Es un proyecto local que arranca del que sabe que una educación cuidada puede ser la última oportunidad de estos niños en la vida.
Por eso este Kimbo también se puede llamar Osvaldo, Mohamed, Teresa, Luis, o Xavi.
Cuando acaba su día Kimbo se siente bien, y aún tiene tiempo de entrenar dos horas con su equipo. Y de tomarse una cerveza con algún amigo o amiga.
Luego, duerme como un niño.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Un regalo

"Per què esperar a que deixi de ploure? No vull. Em nego a fer-ho. Amb tu descobreixo nous matisos. I aquesta pressa per parlar i que em parlis. Les paraules se m'amunteguen a la boca. I àvid escolto les teves. Ets com d'un altre món i sens dubte ens has de contemplar des d'una perspectiva molt més elevada, miro i allà dalt estàs, aliena al que provoques. Humil. Riallera. Sàvia. Em regales una llibertat que no vull. Ja no. Ara que t'he descobert."

Bueno, no está mal para alguien que (o eso dice) no lee más que guías de viaje, diarios deportivos "y ahora tu blog".
Orgullosa me siento, de que me leas.
Y como verás, no me ha temblado el pulso ni al publicarlo ni al conservar el idioma de origen.

Adjunto traducción para los lectores no catalanes.

"¿Por qué esperar a que deje de llover? No quiero. Me niego a hacerlo. Contigo descubro nuevos matices. Y esta prisa por hablar y que me hables. Las palabras se me agolpan en la boca. Y ávido escucho las tuyas. Eres como de otro mundo y sin duda nos tienes que contemplar desde una perspectiva mucho más elevada, miro y allí arriba estás, ajena a lo que provocas. Humilde. Risueña. Sabia. Me regalas una libertad que no quiero. Ya no. Ahora que te he descubierto. "

Gracias a ti...

viernes, 12 de noviembre de 2010

La vida, esa "cabrona"


Mi amigo D.G. dice que "la vida te devuelve lo que tú le das". También dice que "las cosas que haces o que ocurren siempre suceden por algo". Que no vale el error ni el arrepentimiento, que tienes lo que tienes, y haces lo que haces, y no es que te equivoques, es que te ves forzado a ello.
Mi amiga Y.A. añade que "hay casualidades que se presentan como una catástrofe y luego resultan ser buenas; casualidades que parecen buenas y luego resultan ser una catástrofe; y finalmente hay casualidades que te dejan sorprendida un buen rato".

La vida es lo que es, una jodida cabrona. No sé si el blogger tiene censura pero si la tiene de esta entrada no van a quedar más que pedacitos, vamos que Jack el Destripador no hubiera podido recuperar ni una coma.

La gente es retorcida y busca problemas donde no los hay porque es egoísta por naturaleza y porque no están acostumbrados (nadie lo está) a que las cosas les vayan mal. La generación dormida nos llaman. Los jóvenes (bueno, lo de jóvenes es un decir) de hoy no hemos vivido nada, ni una guerra en nuestro suelo, ni una gran enfermedad (la gripe A fue el timo de la estampita creado por 3M y otras empresas por el estilo), ni una hambruna, ni una depresión en condiciones (por mucho que se esfuerce este ZP nuestro).
Y claro, los pocos desgraciados que hemos padecido en nuestra propia piel una gran lucha, nos sentimos por encima de los demás. Enfermos de prepotencia. No hay más. Pero en el fondo, creo que guardamos la satisfacción de haber sabido sobrevivir. Y la (grandísima) pena por los que no lo han logrado.

La vida se ríe de nosotros. Nadie es lo que parece o dice ser. Los que más aparentan en maneras son los más vulgares y los que más presumen de tener en el fondo no tienen nada, en cambio los que llevan tatuajes hasta el cuello y se dejan la piel entre las líneas de "touch" resulta que son los caballeros y los grandes pensadores.
Según algunos, yo soy una idealista. Puede ser. Pero no voy a dejar de soñar porque el resto ya no lo haga.

La moraleja de todo este rollo es que nunca hay que dejarse llevar por las apariencias, ni buscar en los demás aquello que quieres encontrar, sino aquello que realmente son.
Sólo entonces te "descartarás" y te quedarás con los ases de la baraja.

¡Feliz primer añito peque! ¡Eres lo mejor!

jueves, 11 de noviembre de 2010

De espaldas a la ciudad


Ya fuera de la ciudad, al norte, a medio camino entre el último de los polígonos, el llano boscoso y el monte, hay un árbol, una masía y una vieja edificación de piedras medio derruida y casi cubierta por la vegetación.
Nadie parece prestarle mucha atención a la estampa.
Algunos corredores vestidos de marca hasta los dientes llegan hasta allí con su iPod a todo volumen sin alzar la vista del pavimento.
Otros vecinos pasean los perros por entre las piedras centenarias más atentos al color y a la consistencia de las "caquitas" de su can que a lo que les rodea.
Nadie parece verlo.
Pero algo sucede.
Y es que nada se mueve en ese lugar desde hace siglos.
Y es bello a rabiar.
Las noches sin luna parece un decorado. Cuando el cielo azul cobalto se funde con las aristas y los contornos, y en los campos apenas se oyen los pasos sordos de los conejos y los gatos salvajes.
Quieto. Tan quieto. Silencioso. Y frío.
Y si acudes allí y te sientas al borde del camino que lo rodea, de espaldas a las luces de la ciudad, y lo contemplas, sin decir nada, con la cabeza apoyada en el hombro de quien te acompaña, algo cambiará en ti para siempre. O puede que no, y seas más tú mismo que nunca antes.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Quince héroes

He tenido la oportunidad de conocer de cerca a uno entre quince héroes. Son héroes anónimos, desconocidos, que se reúnen por las noches entre semana y los sábados por la tarde para entrenar duro, sacrificando horas y horas de su tiempo. Estos concretamente compiten en Primera Nacional y aquí pasan totalmente desapercibidos.
Dice el héroe #8 que las tardes de entreno le huelen a linimento y a césped, y que hay días que ya no le caben más cardenales en las piernas. Es un soldado en una formación bien engrasada en la que cada posición es imprescindible. El forma parte de la tercera línea de la delantera con los 'alas" y es de los jugadores más versátiles junto con el 'apertura' (según me han chivado), por lo visto es el que equilibra la formación. Interesante cometido.

El rugby.
El #8 me cuenta que el rugby es algo más. Que es una forma de vida. Que es compañerismo, honestidad, respeto, disciplina, lealtad, sacrificio y altruismo.
"He aprendido que quince empujan más que uno, pero que si uno no empuja, el resto lo nota. Y he aprendido a callar, a bajar la cabeza con respeto sin sentirme menos que nadie, y a vaciarme para quedarme lleno. A comprender que por el simple hecho de formar en circulo, abrazando a tus compañeros, repitiendo la palabra humildad, humildad, una y otra vez, ya has vencido; independientemente de que te dejen a cero o no. Y que los pasillos son importantes. Sobre todo cuando has ganado y debes premiar el esfuerzo del otro equipo."

Los quince saben aceptar sin quejarse; pero no se resignan; trabajan y trabajan para ganar un metro en silencio, y son conscientes de lo fácil que es perder diez por no saber callar. Son un único cuerpo con quince corazones que caerá pero se levantará cien veces si hace falta. Y un jugador de rugby lo será ya para siempre, integrante de una familia sin fronteras, con una lengua, un pensamiento y una visión común.
El #8 añade que "las rayas te perseguirán vayas donde vayas".

Quince héroes. Quince caballeros. Felices después de un enfrentamiento que les habrá llenado de dolores y magulladuras, y siempre disponibles para un tercer tiempo de camaradería con el contrario.
Compartiendo su entrega. Su compromiso. Su "hasta la próxima".

viernes, 5 de noviembre de 2010

Alors on danse

Qui dit étude dit travail,
Qui dit taf te dit les thunes,
Qui dit argent dit dépenses,
Qui dit crédit dit créance,
Qui dit dette te dit huissier,
Oui dit assis dans la merde.
Qui dit amour dit les gosses,
Dit toujours et dit divorce.
Qui dit proches te dis deuils car les problèmes ne viennent pas seul.
Qui dit crise te dis monde dit famine dit tiers- monde.
Qui dit fatigue dit réveille encore sourd de la veille,
Alors on sort pour oublier tous les problèmes.
Alors on danse...

Et la tu t'dis que c'est fini car pire que ça ce serait la mort.
Qu'en tu crois enfin que tu t'en sors quand y en a plus et ben y en a encore!
Ecstasy dis problème les problèmes ou bien la musique.
Ca t'prends les trips ca te prends la tête et puis tu prie pour que ça s'arrête.
Mais c'est ton corps c'est pas le ciel alors tu t'bouche plus les oreilles.
Et là tu cries encore plus fort et ca persiste...
Alors on chante

Et puis seulement quand c'est fini, alors on danse.
Alors on danse
Et ben y en a encore

Stromae, 2009

martes, 2 de noviembre de 2010

Me voy a buscar el otoño

Dice B.Flowers que 'sólo los jóvenes pueden huir, perderse cuando sopla el viento (...) y empezar de nuevo'. Yo no sé si pertenezco todavía a la selecta generación de los jóvenes, o más bien a la de los "puretas", pero sí siento que todavía estoy a tiempo de hacer algo y eso es señal de que lo acabaré haciendo.

Para empezar sacaré tiempo de debajo de las piedras para irme y buscar el otoño que ha cubierto ya los campos.

Quiero dormir en aquella casa de piedra al final del camino y despertar con los primeros rayos de sol. Bajar y encontrarme la mesa puesta, con el olor a pan tostado y el sonido inconfundible de la cafetera en el fogón. Quiero que entre en la cocina el perro viejo que tan bien me conoce, y que busque mi mano bajo la mesa, todavía pegajosa de la mermelada.
Luego, ponerme el forro polar y salir a buscar la mañana pues aún será temprano. Me abrocharé mis botas de monte sentada en el banco de la puerta, al sol, y durante unos minutos cerraré los ojos, sintiendo cómo mi piel absorbe el calor y lo hace suyo.

Saldré siguiendo el camino que conduce a rincones solitarios por donde serpentea un arroyo, a prados interminables bordeados de chopos que ya amarillean y a bosquecillos secretos por donde nunca pasa nadie, y contemplaré una vez más el horizonte interminable de campos rojos y árboles dorados, sentada en una roca, bajo el inmenso azul del cielo al mediodía.
Mis botas se llenarán de barro. Y mis pasos cada vez serán más ágiles.
Y llegaré con el corazón rebosante de todo lo que habré visto, a sentarme de nuevo en el banco. El perro viejo y otro perrillo más joven me olisquearán las botas y yo les acariciaré la cabeza bajo sus miradas nobles y agradecidas.

Después, volveré a salir al atardecer. Sin prisa. Sin llegar a ninguna parte. Y en silencio me encontraré a mí misma.
Regresaré a la casa cuando refresque. Alguien habrá encendido el fuego, y juntos compartiremos una cena, una botella de vino y una buena conversación. Tan lejos, tan cercanos, que todo lo demás quedará reducido a una mera anécdota.

Lo quiero. Ya. Ahora.