viernes, 4 de mayo de 2012

El valor del coche y el nuestro

En los últimos tiempos, y siempre que la burbuja de las hipotecas basura lo permitiese (que lo permitía), hemos visto proliferar cochazos a mansalva. Que si el ejecutivo junior recién promocionado, que si el cuarentón queriéndose sentir treinteañero (vayan añadiéndose decenas), que si el divorciado dándose el homenaje, que si el muchacho de la obra o de las chapuzas con su dinero negro. Y tantos otros casos. Y ahora muchos de ellos yacen aparcados en una acera, porque sus propietarios son incapaces de pagar la gasolina o cambiarles las ruedas, y tampoco pueden venderlos porque nadie quiere ni puede comprarlos. He aquí la situación (otro día ya hablaremos de los bancos que buena parte de culpa tienen): personas de gustos caros que un día creyeron que podían y al final ha resultado que no pueden. Incluso desde este foro pongo en duda el valor humano de los que los tienen porque pueden. Para mí, la gente que gasta ese dinero en un coche de alta gama pudiéndose comprar tantos otros de iguales prestaciones y factura menor son pura fachada, a excepción de los verdaderos millonetis, que esos efectivamente tienen licencia para fardar eso y más. Y cuidado que soy liberal, y defiendo la libertad individual para hacer lo que a uno le venga en gana siempre y cuando no moleste a los demás, pero está claro que esas personas cumplen con unos clichés que objetivamente están desfasados y fuera de onda. Prefieren "el cochazo" a demostrar su valía personal en el cara a cara. Creen que esa máquina les eleva automáticamente a la categoría de burgués-casi-aristócrata cuando en muchos casos la educación y su valor moral les pone en evidencia. Y en el otro extremo, a los que pudiendo ser poseedores de un coche normal, correcto, son tan rematadamente tacaños como para llevar una carraca que resulta ser un peligro público y medioambiental, a esos recomendarles encarecidamente que cojan el transporte público. Mucho mejor para todos. Como siempre la verdad y lo adecuado reside en el término medio.