sábado, 25 de junio de 2011

El Enoteca y otros descubrimientos

Hoy en día el oficio de cocinero está de moda, pero entre todos los chefs del momento hay mucho infiltrado de poco talento.
No es el caso de Paco Pérez y su discípulo predilecto, el londinense Olly, que cumplió los treinta entre fogones la pasada semana. Entre los dos llevan la cocina más imaginativa y de calidad de la Ciudad Condal y que se llama Enoteca, en el hotel Arts, justo arriba (y no sólo en cuanto a emplazamiento) del Arola, del sobado y sobrado Sergi Arola.

El menú degustación del Enoteca es único porque no abusa de lo desconocido sino que presenta ante ti una tradición pura en un formato sorprendente.
La Ensalada Caprese 2011 es algo fuera de serie, el arroz al azafrán se deshace en la boca, el ajoblanco es espectacular, los pescados delicados, las carnes en su punto, la colección de aperitivos previos que no aparecen en la carta y que te dejan boquiabierto, como el cucurucho de alga y tartar de atún rojo, o los berberechos con caldo de miso, el dim sum de langosta y setas o tantos otros platitos que son pequeños pero extraordinariamente bien "paridos". Ah y desde aquí toca agradecer al personal de la terraza del Hotel que nos invitaran a la fiesta privada y a esos City Hall del mejor ron, bajo los fuegos artificiales de la Noche de San Juan.

Nosotros, que hemos degustado a otros grandes de nuestra cocina, lo situamos en el ranking en puesto preferente, aunque claro está, por debajo de su Ilustrísima Señoría Juan Mari Arzak, de momento insuperable.
Otros cocineros destacables en nuestra opinión son Martín Berasategui, con su restaurante de Lasarte-Oria, no con el de Barcelona. El bueno de Koldo Royo y su proyecto insular. Y la sorprendente fuerza del valenciano Javier Salvador.
Y en tercer lugar quedarían el Can Fabes del malogrado Santi Santamaría y el Gaig, muy a remolque de una fama que les queda grande.

Indudablemente Ferran Adriá no aparece en la lista porque hasta el momento ha sido imposible encontrar mesa en su laboratorio. Esperemos tener más suerte en cuanto reabra el santuario de El Bulli, y seguramente no nos decepcionará. Hasta entonces seguiremos soñando con espumas de mar y deconstrucciones de huevos estrellados...

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