Unos años antes de morir decapitado, Luis XVI hizo una concesión a dos de sus súbditos más lúcidos (monsieur Carpeau y monsieur Stival) para producir ginebra en la Ciudadela de Dunquerque en lo que se convertiría en la primera destilería real de este espirituoso por veinte años.
Había nacido Citadelle y en un tiempo en el que la ginebra era sólo cosa de ingleses, aprovecharon su situación estratégica en el Paso de Calais para exportarla en grandes cantidades al país vecino, y es que sucedió una cosa: esta genièvre era mucho mejor que las británicas.
Después sucedieron más cosas. Se acabó la monarquía en Francia. La ginebra evolucionó a gin (london gin), que ya no utilizaba aguardiente de grano como las holandesas sino alcohol destilado, y se producía en masa. Y la malaria durante el British Raj que empujó a Schweppes a crear la tónica para que los soldados y colonos de la Corona bebieran quinina sin despeinarse, a poder ser acompañada de gin (Bombay) para "rebajar" el sabor amargo del medicamento.
Tras unas décadas de mala reputación y malas ginebras, hoy el gin tonic se ha convertido en el combinado de moda, y algunas marcas están que lo rompen.
Pero alejémonos por un momento del mundanal ruido y de lo que está o no de moda, y fijémonos sólo en criterios de calidad, pureza e innovación y descubriremos cosas muy interesantes.
Para empezar Bombay Sapphire es la precursora de las ginebras aromatizadas con otros botánicos además de enebro, con nada menos que diez esencias exóticas, bien escogidas y mejor dosificadas, y a un precio todavía más que razonable. Sin duda la mejor en relación calidad-precio.
Citadelle volvió a principios de los ochenta para hacerse un hueco en el mercado de las ginebras. Cambió la ubicación de Dunquerque por la de Cognac pero su hoy propietario siguió fiel a la calidad en el proceso de elaboración y a una producción limitada. Es la única gin que sigue fabricándose en alambiques tipo Charentais de entre 5 y 30 hectolitros, aprovechados de la antigua destilería de cognac de Pierre Ferrand, y se utilizan nada menos que 19 botánicos en su elaboración. Vamos, una joya rescatada del pasado para alegría de nuestros paladares.
La Hendrick's es la más inusual. Y la única que utiliza pepino y rosa en su destilación. Realmente, y como su lema mantiene, ésta no es para todos los públicos. Es extremadamente vegetal y si se le añade un par de rodajitas de pepino ya es que se convierte en una marca de culto. Te deja en boca ese sabor afrutado y verde, único en el mercado. Y a mí en particular me encanta.
Y ahora, dejémonos de palabrería y a disfrutar de un trago calmado y digestivo en buena compañía.