En el momento de escribir estas líneas me encuentro en la piscina de casa con el iPad. Es lo que tiene el mundo moderno, donde habitan genios como Bill Gates, Steve Jobs o Mark Zuckerberg.
Yo, que normalmente quiero pensar lo contrario de la mayoría e ir contracorriente, que odio el mass market y las marquitas de los niños de papá, reconozco que en cuestión cibernética he caído como todos.
Lo irónico ha sido que nunca me había dado cuenta.
Tengo un MacBook desde hace ya cuatro años, y además traído de los EEUU, cuando a la gente de a pie la marca de la manzanita todavía le traía a la memoria aquellos Macintosh cuadradotes y macizos.
Uno de los regalos de despedida de mi antepenúltimo trabajo fue un iPod, y ya teníamos uno, también regalo de los amigos. Poco tiempo después el banco nos regaló el iPod Touch.
Pero nos seguíamos resistiendo al iPhone, aunque, como a todos, imagino que nos llamaba con su canto de sirena.
No pasaría mucho tiempo hasta que llegó, cual aparición celestial, eso sí: sin mediar transacción económica, al menos por nuestra parte. Así, todo nos parecía mucho más "higiénico".
En Navidades me regalaron un iBook y hace apenas un mes entró en nuestras vidas el iPad.
Con todos esos cachivaches es difícil negarse a la evidencia: somos tan frikis como el resto.
Sin embargo, a nuestro favor, diré que no hay otra tecnología como la de Apple. Según dicen los profesionales del sector, el iPhone o los Mac son pura maestría.
Por otro lado, estos chismes son realmente resistentes. A mi MacBook le ha caído de todo encima y se ha caído de todas las superficies elevadas de la casa y ahí sigue, como el primer día.
Y el iPad o el iPhone son mano de santo para entretener a los peques cuando todo lo demás falla. Y algunas aplicaciones (gratuitas) son increíblemente buenas.
Lo reconozco, he caído y en plancha. ¿Qué se le va a hacer?
sábado, 25 de junio de 2011
El Enoteca y otros descubrimientos
Hoy en día el oficio de cocinero está de moda, pero entre todos los chefs del momento hay mucho infiltrado de poco talento.
No es el caso de Paco Pérez y su discípulo predilecto, el londinense Olly, que cumplió los treinta entre fogones la pasada semana. Entre los dos llevan la cocina más imaginativa y de calidad de la Ciudad Condal y que se llama Enoteca, en el hotel Arts, justo arriba (y no sólo en cuanto a emplazamiento) del Arola, del sobado y sobrado Sergi Arola.
El menú degustación del Enoteca es único porque no abusa de lo desconocido sino que presenta ante ti una tradición pura en un formato sorprendente.
La Ensalada Caprese 2011 es algo fuera de serie, el arroz al azafrán se deshace en la boca, el ajoblanco es espectacular, los pescados delicados, las carnes en su punto, la colección de aperitivos previos que no aparecen en la carta y que te dejan boquiabierto, como el cucurucho de alga y tartar de atún rojo, o los berberechos con caldo de miso, el dim sum de langosta y setas o tantos otros platitos que son pequeños pero extraordinariamente bien "paridos". Ah y desde aquí toca agradecer al personal de la terraza del Hotel que nos invitaran a la fiesta privada y a esos City Hall del mejor ron, bajo los fuegos artificiales de la Noche de San Juan.
Nosotros, que hemos degustado a otros grandes de nuestra cocina, lo situamos en el ranking en puesto preferente, aunque claro está, por debajo de su Ilustrísima Señoría Juan Mari Arzak, de momento insuperable.
Otros cocineros destacables en nuestra opinión son Martín Berasategui, con su restaurante de Lasarte-Oria, no con el de Barcelona. El bueno de Koldo Royo y su proyecto insular. Y la sorprendente fuerza del valenciano Javier Salvador.
Y en tercer lugar quedarían el Can Fabes del malogrado Santi Santamaría y el Gaig, muy a remolque de una fama que les queda grande.
Indudablemente Ferran Adriá no aparece en la lista porque hasta el momento ha sido imposible encontrar mesa en su laboratorio. Esperemos tener más suerte en cuanto reabra el santuario de El Bulli, y seguramente no nos decepcionará. Hasta entonces seguiremos soñando con espumas de mar y deconstrucciones de huevos estrellados...
No es el caso de Paco Pérez y su discípulo predilecto, el londinense Olly, que cumplió los treinta entre fogones la pasada semana. Entre los dos llevan la cocina más imaginativa y de calidad de la Ciudad Condal y que se llama Enoteca, en el hotel Arts, justo arriba (y no sólo en cuanto a emplazamiento) del Arola, del sobado y sobrado Sergi Arola.
El menú degustación del Enoteca es único porque no abusa de lo desconocido sino que presenta ante ti una tradición pura en un formato sorprendente.
La Ensalada Caprese 2011 es algo fuera de serie, el arroz al azafrán se deshace en la boca, el ajoblanco es espectacular, los pescados delicados, las carnes en su punto, la colección de aperitivos previos que no aparecen en la carta y que te dejan boquiabierto, como el cucurucho de alga y tartar de atún rojo, o los berberechos con caldo de miso, el dim sum de langosta y setas o tantos otros platitos que son pequeños pero extraordinariamente bien "paridos". Ah y desde aquí toca agradecer al personal de la terraza del Hotel que nos invitaran a la fiesta privada y a esos City Hall del mejor ron, bajo los fuegos artificiales de la Noche de San Juan.
Nosotros, que hemos degustado a otros grandes de nuestra cocina, lo situamos en el ranking en puesto preferente, aunque claro está, por debajo de su Ilustrísima Señoría Juan Mari Arzak, de momento insuperable.
Otros cocineros destacables en nuestra opinión son Martín Berasategui, con su restaurante de Lasarte-Oria, no con el de Barcelona. El bueno de Koldo Royo y su proyecto insular. Y la sorprendente fuerza del valenciano Javier Salvador.
Y en tercer lugar quedarían el Can Fabes del malogrado Santi Santamaría y el Gaig, muy a remolque de una fama que les queda grande.
Indudablemente Ferran Adriá no aparece en la lista porque hasta el momento ha sido imposible encontrar mesa en su laboratorio. Esperemos tener más suerte en cuanto reabra el santuario de El Bulli, y seguramente no nos decepcionará. Hasta entonces seguiremos soñando con espumas de mar y deconstrucciones de huevos estrellados...
viernes, 24 de junio de 2011
La "reunión" pagada de los quemacajeros
Bildu es la vergüenza, el odio y la ignorancia. Bildu entra en escena porque el resto nos hemos encogido de brazos y ahora los lacayos de ETA aparecen como setas en ayuntamientos y plazas, henchidos y legitimados por la maquinaria oxidada de ZP.
Estos últimos días han subido a la palestra esos hombres y mujeres abertzales que hablan de independentzia y de que el gobierno "del Estado Español" debe sentarse a negociar con ETA, ni siquiera al revés. Muchos terroristas en paro por la falta de recursos se convierten ahora en políticos, gobernando y dirigiendo la vida de muchos ciudadanos vascos, que les han votado, o no.
No condenan. Y cuando toca el turno de palabra de los partidos democráticos les dan ostentosamente la espalda.
Obviamente ése es un gran problema, que concejales amenazados tengan que compartir atrio con quienes les han coaccionado, delatado, insultado todos estos años.
Pero pensándolo fríamente, esa gente siempre ha estado ahí, no se han movido, si acaso ahora los tenemos un poco más en la sopa, boba por otro lado.
El Problema con mayúscula es el que tienen las personas que les han votado y que por lo visto no se limita a las madres y hermanas de los presos.
De un tiempo a esta parte, se decía que el polvorín ya no era tal, que los ciudadanos de a pie estaban más que hartos de los violentos y de las gamberradas de sus cachorros, y que el conflicto vasco se reducía a unos pocos pueblerinos con estrechez de miras.
Ahora resulta que estos pueblerinos son muchos y que con su voto han dado el espaldarazo final a la ETA política, y que tú, yo, todos les estamos pagando el sueldo a estos quemacajeros reconvertidos en voceros de la sinrazón.
¿Por qué estas cosas sólo suceden aquí?
Estos últimos días han subido a la palestra esos hombres y mujeres abertzales que hablan de independentzia y de que el gobierno "del Estado Español" debe sentarse a negociar con ETA, ni siquiera al revés. Muchos terroristas en paro por la falta de recursos se convierten ahora en políticos, gobernando y dirigiendo la vida de muchos ciudadanos vascos, que les han votado, o no.
No condenan. Y cuando toca el turno de palabra de los partidos democráticos les dan ostentosamente la espalda.
Obviamente ése es un gran problema, que concejales amenazados tengan que compartir atrio con quienes les han coaccionado, delatado, insultado todos estos años.
Pero pensándolo fríamente, esa gente siempre ha estado ahí, no se han movido, si acaso ahora los tenemos un poco más en la sopa, boba por otro lado.
El Problema con mayúscula es el que tienen las personas que les han votado y que por lo visto no se limita a las madres y hermanas de los presos.
De un tiempo a esta parte, se decía que el polvorín ya no era tal, que los ciudadanos de a pie estaban más que hartos de los violentos y de las gamberradas de sus cachorros, y que el conflicto vasco se reducía a unos pocos pueblerinos con estrechez de miras.
Ahora resulta que estos pueblerinos son muchos y que con su voto han dado el espaldarazo final a la ETA política, y que tú, yo, todos les estamos pagando el sueldo a estos quemacajeros reconvertidos en voceros de la sinrazón.
¿Por qué estas cosas sólo suceden aquí?
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domingo, 12 de junio de 2011
66° Norte
En Islandia no hace tanto frío como pudiera parecer. Es el corto y fresco verano lo que más llama la atención: a lo sumo un mes y medio con 24 horas de luz y una temperatura media de 10 grados.
El invierno es oscuro y gélido, aunque estable a un bajo cero soportable, suavizado por las corrientes templadas del Golfo.
Los primeros habitantes eran aguerridos vikingos que llegaron y decidieron establecerse, atraídos por aquella tierra inhóspita de la que de tanto en tanto emanaban chorros de vapor y fumarolas sulfurosas que calentaban el suelo basáltico y pedregoso.
Los clanes se repartieron por la isla y se organizaron en tribus que se reunían un par de veces en verano a tratar los problemas comunes. Es en esas reuniones donde los historiadores consideran que nace una incipiente democracia.
Que los fieros vikingos fueran capaces de atemperarse y dejar de lado sus diferencias por el bien común es un rasgo que han heredado los nuevos islandeses, generación tras generación.
Los islandeses modernos comparten todos ellos unos rasgos poderosos, una piel translúcida y una calma inquebrantable. Juntos superaron duros inviernos, hambrunas eternas, la persecución religiosa y la explotación de sus congéneres continentales, y los pocos que sobrevivieron han mantenido una tradición oral única y una lengua casi medieval que es su mayor tesoro.
Ahora llevan un par de años toreando una crisis financiera atroz y los caprichos de un subsuelo vivo y en permanente cambio. Pero no son héroes, ni siquiera yetis, son sólo hombres y mujeres como nosotros, afectuosos, reflexivos, con ganas de divertirse y de entablar amistad, y una amplia sonrisa que pocas veces pierden.
El invierno es oscuro y gélido, aunque estable a un bajo cero soportable, suavizado por las corrientes templadas del Golfo.
Los primeros habitantes eran aguerridos vikingos que llegaron y decidieron establecerse, atraídos por aquella tierra inhóspita de la que de tanto en tanto emanaban chorros de vapor y fumarolas sulfurosas que calentaban el suelo basáltico y pedregoso.
Los clanes se repartieron por la isla y se organizaron en tribus que se reunían un par de veces en verano a tratar los problemas comunes. Es en esas reuniones donde los historiadores consideran que nace una incipiente democracia.
Que los fieros vikingos fueran capaces de atemperarse y dejar de lado sus diferencias por el bien común es un rasgo que han heredado los nuevos islandeses, generación tras generación.
Los islandeses modernos comparten todos ellos unos rasgos poderosos, una piel translúcida y una calma inquebrantable. Juntos superaron duros inviernos, hambrunas eternas, la persecución religiosa y la explotación de sus congéneres continentales, y los pocos que sobrevivieron han mantenido una tradición oral única y una lengua casi medieval que es su mayor tesoro.
Ahora llevan un par de años toreando una crisis financiera atroz y los caprichos de un subsuelo vivo y en permanente cambio. Pero no son héroes, ni siquiera yetis, son sólo hombres y mujeres como nosotros, afectuosos, reflexivos, con ganas de divertirse y de entablar amistad, y una amplia sonrisa que pocas veces pierden.
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Cho-co-la-te
Verdaderamente es un gusto toparse de vez en cuando con individuos tan bien hechos como éste. Se trata de un hombre libre, por completo. Tan independiente que incluso es ajeno a la biología de su parte humana.
Ha pasado de los cuarenta sin volverse loco, sin plantar a su mujer por un escote ni cambiar el fiel monovolumen por un deportivo de gama alta. De hecho sigue siendo el mismo alcaraván de siempre.
El se limita a vivir con intensidad, aún a sabiendas que corre el riesgo de que todo lo que ama se quede atrás. Ha estado varias veces en Nepal, ha recorrido islas vírgenes de la Micronesia, conoce a fondo la selva angosta de Venezuela y el hielo perpetuo de la Antártida, ha pescado en la Patagonia, y se conoce el Africa ecuatorial como la palma de la mano.
En su cara se han cincelado con delicadeza el frío, el sol y el viento gélido, y el azul de sus ojos todavía refleja las aguas cristalinas de esos ríos que descubre para luego mostrarnos.
Es un explorador a la vieja usanza. Enjuto. Discreto. Jovial. Fiel escudero de su hermano mayor, más mediático y expansivo, acepta de buen grado ese segundo plano porque no busca nada, más que vivir y conocer nuevos mundos.
Aunque los dos forman el tándem perfecto. Uno por su enorme esfuerzo en acercarnos un mundo que hace apenas unos años estaba restringido a la élite, y el otro por su sensatez y su buen hacer como noble preceptor.
Hace unos días tuvimos el honor de conocerle a él, a la persona que siempre sonríe, que ayuda y que curra como la que más, al líder que lleva al grupo a buen puerto sin mangonear, al leonés de buen corazón y al golfillo que bebe havanacola mientras se parte de la risa con todos.
Con cariño: "cho-co-la-te".
Ha pasado de los cuarenta sin volverse loco, sin plantar a su mujer por un escote ni cambiar el fiel monovolumen por un deportivo de gama alta. De hecho sigue siendo el mismo alcaraván de siempre.
El se limita a vivir con intensidad, aún a sabiendas que corre el riesgo de que todo lo que ama se quede atrás. Ha estado varias veces en Nepal, ha recorrido islas vírgenes de la Micronesia, conoce a fondo la selva angosta de Venezuela y el hielo perpetuo de la Antártida, ha pescado en la Patagonia, y se conoce el Africa ecuatorial como la palma de la mano.
En su cara se han cincelado con delicadeza el frío, el sol y el viento gélido, y el azul de sus ojos todavía refleja las aguas cristalinas de esos ríos que descubre para luego mostrarnos.
Es un explorador a la vieja usanza. Enjuto. Discreto. Jovial. Fiel escudero de su hermano mayor, más mediático y expansivo, acepta de buen grado ese segundo plano porque no busca nada, más que vivir y conocer nuevos mundos.
Aunque los dos forman el tándem perfecto. Uno por su enorme esfuerzo en acercarnos un mundo que hace apenas unos años estaba restringido a la élite, y el otro por su sensatez y su buen hacer como noble preceptor.
Hace unos días tuvimos el honor de conocerle a él, a la persona que siempre sonríe, que ayuda y que curra como la que más, al líder que lleva al grupo a buen puerto sin mangonear, al leonés de buen corazón y al golfillo que bebe havanacola mientras se parte de la risa con todos.
Con cariño: "cho-co-la-te".
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