martes, 1 de enero de 2008

Navidades de excesos

A estas alturas, ya hemos pasado el ecuador de las Navidades y sólo nos queda el día de Reyes, meta y final de las comilonas familiares. Qué tristes días los que vendrán después, cuando nos levantemos sin resaca y a media mañana nuestro estómago reclame aquellos dulces con los que hasta hace poco le regalábamos. Qué será de nosotros sin los canapés de sucedáneo de caviar ni paté (o foie o verdaderas huevas de esturión iraní que no hay que subestimar ningún bolsillo), sin los langostinos argentinos, sin los canelones ni el cordero lechal sabiamente sazonado y al horno, y qué decir de los turrones, mazapanes, tortas imperiales y esos polvorones que podrían alimentar a un hombre joven por varios días, acompañados de los mejores vinos, licores y cavas de cada casa. 
Nada. A partir del día 7 no habrá nada, tan sólo una cuesta de enero empinada y sosa...